domingo, 6 de octubre de 2013

Año dos mil trece

Es la primera entrada del año dos mil trece y como primera cosa buena, y una de las mejores de mi vida, de este año tengo que hacer referencia al quince de enero. Fue un día para no olvidar en mi vida, fue algo que marcó y sigue marcando. Ese día comencé a compartir mi vida con el que espero sea el hombre de mi vida, ese chico de pelo rizado y rubio, alto y fuerte, del que odiaba cuando me lo presentó una amiga, la cual ya no lo es, del que me parecía un pesado por el chat del tuenti cuando me hablaba de la chica que le gustaba hasta tal punto de bloquearle, del que no me podía creer que un veinte de mayo de dos mil once quedáramos solos y me diera cuenta que era un chico especial, monoso, de esos caballeros románticos que aparecen en las películas pero del que por el momento no le veía con otros ojos, no le veía algo más allá de la amistad. Pero llegó septiembre de dos mil doce, una pelea fuerte entre los dos de la que me di cuenta que estaba empezando a sentir algo más, que me afectaba de otra manera las broncas. Así fue. Ese chico que odiaba pasó a ser mi amigo, y de mi amigo, el chico que me estaba empezando a gustar. El tiempo pasaba, el sentimiento crecía. Ni el tiempo, ni los sentimientos frenaban, solo aumentaban.
Llegó diciembre con ese invierno tan frío que solo te daría calor sus abrazos. Sí, ya era oficial, me gustaba.
Llegó enero, año nuevo, cabalgata de reyes, chocolate con churros, tardes de ayuda con matemáticas para recuperarla... Hasta esa tarde del quince. Él ya se iba, después de ayudarme para poder recuperar inglés, decidí acompañarle al portal, contarle mis sentimientos. Después de un rato hablando, él se iba, sin más. Me iba a despedir. Le abracé, nos quedamos cerca, y fue cuando le dije: "Me tienes a 2 cm y no haces nada". En ese momento, sin pensárselo dos veces, me besó. Un momento tan bonito, tan romántico que hasta las luces del portal se apagaron en ese momento justo. Más perfecto no podía ser.

Hoy es seis de octubre de dos mil trece y llevamos 262 días, es decir, ocho meses y medio. Lo mejor de todo que, creo poder decir, estoy enamorada de una persona que odiaba. Mi caso es un claro ejemplo que del odio al amor hay un solo paso. Y no me importaría volver a odiarle para luego amarle, como está ocurriendo.

Solo puedo decir, que le quiero muchísimo y que he encontrado mi otra mitad, mi media tableta de chocolate.

Te quiero.

:')

Y es que existen personas por las que vale la pena luchar